clock_clock_3_clock1 copia 2La escala de los conflictos parece aumentar a pesar de la represión y de los recortes. Desde Turquía a Brasil, las explosiones multitudinarias han vuelto a tomar las calles y las plazas. Entretanto, en el Norte del mundo, la precariedad y el desempleo se imponen de nuevo como paradigma para que la eliminación de derechos sociales y laborales pueda avanzar sin obstáculos. Además, la privatización de sectores clave para el progreso como la sanidad, la educación o los recursos naturales supone el fin del estado del bienestar aniquilando las conquistas de las luchas pasadas y anuncian un futuro autoritario y limitado. La inercia de la izquierda institucional, partidos y sindicatos a nivel global parece haber interiorizado no solo que, como decía Margaret Thatcher, “no hay alternativa” sino también el dicho popular de “si no puedes con tu enemigo, únete a él”, adoptando muchas veces su lenguaje y sus objetivos.
En los ámbitos parlamentario y laboral la izquierda institucional juega un papel de mediadora del conflicto social, un conflicto que ni consiguen impulsar ni pueden detener. El chantaje laboral se ha convertido no solo en un negocio para las empresas que se benefician de una mano de obra barata, flexible y dispuesta a todo a cualquier precio, sino también en una oportunidad política rentabilizable: la izquierda quiere volver a capitalizar el sueño de la reconquista del viejo estado del bienestar basado en el varón trabajador y la familia, y los sindicatos el del pleno empleo precario. Ambas opciones no solo son indeseables, sino materialmente imposibles, por lo que es necesario una reflexión profunda por parte de estos actores.
En un episodio de la serie ‘Black mirror’ el protagonista vive en un mundo encerrado en una gran estructura: las paredes de su habitáculo son pantallas táctiles que transmiten sin interrupción programas pornográficos, publicidad y un reality show parecido a ‘Operación triunfo’. Como la mayoría de las personas, trabaja todo el día en un gimnasio pedaleando en una bicicleta estática para generar la electricidad necesaria para alimentar toda la infraestructura, mientras los más afortunados viven en casas con ventanas, varias habitaciones y tiempo libre. El sueño de todos los habitantes de este mundo es participar en el concurso televisivo para intentar ganar, puesto que solo de este modo es posible ascender en la escala social. En este mundo imaginario no existe amor: la competitividad y el éxito individual se han convertido en el único futuro posible. Sin duda un ejemplo metafórico sobre los crecientes límites que se están imponiendo a las vidas de las personas.
Hoy en día asistimos a una gran cantidad de protestas y huelgas de diversa índole en muchas partes del mundo, pero a pesar de ellas los cambios que se han producido son mínimos comparados con el alto nivel de movilización. Ejemplo de ello son las huelgas en Mallorca en defensa de la educación o las de los barrenderos y jardineros de Madrid, o la huelga indefinida de HP, o la lucha de las trabajadoras de Panrico, etc. La generalización de las huelgas extendiéndose a otros sectores de la sociedad mediante acciones de desobediencia y solidaridad no es más que el nacimiento de una nueva institución: una nueva alianza entre lo laboral y lo social o, mejor dicho, entre la sociedad en su conjunto para romper con la metáfora de la bicicleta estática.
Si las huelgas en las fábricas fueron y son en teoría la herramienta con la cual la clase trabajadora es capaz de infundir miedo a la patronal (privado) y a la clase política (público) para obtener mejoras laborales, hoy la propuesta de ley de seguridad ciudadana del ministro del interior Fernandez Díaz deja claro que el poder que en su momento tuvo la huelga laboral hoy lo tiene la inteligencia colectiva: nos tienen miedo, temen que podamos unirnos con la clase trabajadora y organizarnos en nuestras ciudades más allá de sindicatos y partidos.
La ley anti-aborto del estado español es otro abuso más que el gobierno quiere imponer a las mujeres para restaurar un régimen de subordinación total, de control del gobierno del 1% sobre la vida del 99%. Hoy necesitamos también una huelga que sea capaz de recuperar el derecho al propio cuerpo, a la autodeterminación y a una vida plena. Una huelga que debe unirse a muchas otras para formar una huelga total.
Si la desigualdad produce corrupción, no habrá democracia sin igualdad. Y para ello son necesarias una educación y una sanidad universales y gratuitas, una vivienda digna y asequible, una renta incondicional que distribuya la riqueza producida entre todas, y una información independiente a la que todas las personas puedan tener acceso. Estas son solo algunas de las premisas para una democracia real, y sabemos que no se trata de un problema de justicia sino de jurisprudencia. Solo podremos defender y construir nuestros derechos si nos organizamos para derribar las desigualdades, solo si somos capaces de construir nuevas alianzas.
Para ello, imaginamos una huelga total que nos permita a todas dejar de pedalear en nuestra propia bicicleta estática, construir bicis de todo tipo y echar a andar juntas para que podamos llegar a cualquier parte.
Comparte y difunde:
  • Facebook
  • Twitter
  • Identi.ca
  • Meneame
  • Tuenti

You might also like these post :

Deja un comentario